Cartas de suicidio: despedidas absolutas

abstenerse góticos y fans de Tim Burton

miércoles, septiembre 27, 2006

carta de suicidio de alguien que quiere ser Jefe de Estado de España

Si es que a mi no me dejan, y mira tú que es bien simple. Siempre he sido lo que se puede llamar un ciudadano modelo, me despierto, cumplo mi labor con la sociedad y me marcho a casita, por medio como, voy al servicio y me aseo, si tengo suerte a lo mejor tengo algo de sexo, pero no soy muy bueno en eso, en las posibilidades de tenerlo digo, después no se me da tan mal, creo.
Bueno el caso es que yo era un ciudadano así bien, constitucional se me puede llamar y todo, tan constitucional que el otro día me leí la constitución española enterita, craso error. Pues porque si nadie se ha dado cuenta ese librito se contradice, ese texto que guía nuestros destinos, pero no en plan espiritual estúpido, si no en plan de verdad, coño, que es la ley. Pues bien, ese documento dice que todos somos guays y tal, que si tenemos todos esos maravillosos derechos y esas necesarias obligaciones y tal. Bueno, el caso es cuando dice que todos somos iguales, que nacemos iguales y sin diferencias, como los pitufos, vamos.
Pero no todos somos pitufos azules con pantaloncito blanco, algunos son mejores, algunos visten de rojo y están por encima de los demás, eh, Juan Carlos. Pues después de leer toda esa diatriba me dieron a entender, que digo, me dijeron de forma autoritaria que jamás podría cumplir mi sueño, ni siquiera intentarlo, y es que yo quería ser Jefe de Estado de España. Bueno, a lo mejor no lo conseguía, pero al menos lo intentaba, Es como cuando te quieres tirar a la tía buena del instituto, si no lo intentas después de mayor te jodes pensando el famoso “y sí…”, pero si lo intentas y la tía pasa de tía pues piensas que ella se lo pierde o que es una zorra y listo.
La cosa es intentarlo, si fracasas ya piensas que es culpa de la gente o de las circunstancias, y ya si eso te pones con otra cosa. Pero en España no, te encuentras con un tío que está ahí por derecho divino, que está por encima de la ley y se puede gastar todo el dinero que quiera mientras realice su trabajo, consistente en leer discursos que le han escrito otros tíos y cortar cintas en inauguraciones, ¿A quién no le apetece ese maravilloso puesto de trabajo?.
Pues eso, que yo jamás lo conseguiré, pero demonios, intentaré hacer algo. Me voy a matar por no poder presentarme a unas elecciones para Jefe de Estado, no servirá de mucho pero al menos crearé algo de crispación, ya sabéis, que algunos medios digan que es hora de plantearse cosas y otros que digan que yo soy un enfermo y tal. Bueno, pues eso, que me mato por una España Republicana en la que cualquiera pueda ser jefe de Estado y eso, pero sin estar por encima de la ley y gastarte todo el dinero del mundo. Pues eso, que me suicidio para que a lo mejor tus nietos tenga la posibilidad de ser Jefes de Estado, con avión privado y tal.



Forma de suicidio recomendada: Si eres una tía te disfrazas de la República, con su teta al aire y eso, si eres tío te disfrazas de chavalín revolucionario tocando el tambor. En cualquier caso tiro en la cabeza.

viernes, septiembre 22, 2006

carta de suicidio de un anatomista amateur

Los ojos son cosas extrañas, globos acuosos que nos permiten ver lo que tenemos a nuestro alrededor. Tú estás tranquilamente y repentinamente llega la luz y se refracta en un objeto, entonces ese malvado reflejo se introduce en tu ojo por la pupila, y dentro del ojo se hace lo que se tiene que hacer, se descompone todo en información. Dentro la luz se refleja en el cristalino rumbo a la retina, donde dos tipos de células captan la información, los conos la información de color y los bastones la información de forma, cuanto menor sea el grado de luminosidad menos funcionan los conos, por eso de noche vemos las cosas en blanco y negro, por eso en los días luminosos los colores sobrepasan al volumen. Así vemos, gracias aun juego de espejos sumergidos en líquidos. Una grotesca y enfermiza forma de ver tu hermosa sonrisa o como juega el viento en la hierba, pero en fin, así es todo lo orgánico, sólo hay que acercarse lo suficiente y todo será repulsivo, palpitante, viscoso y hermoso.
Hace dos días murió mi novia, murió en una farmacia comprando condones, a mis suegros les he dicho que fuimos a comprar aspirinas, no creo que eso cambie mucho, pero al menos no me lo tengo que plantear. Yo tengo veinticinco años, ella tenía veinticinco años, los dos fuimos a comprar condones y la mataron, no creo que los condones tengan nada que ver, sólo eran para realizar otro mecanismo biológico, con membranas, cuerpos cavernosos, terminaciones nerviosas y líquido preseminal, otra maravillosa obscenidad de la mecánica biológica.
Pues bien, entraron dos tipos en la farmacia, los dos con gafas de sol, sin ojos, como cadáveres. Uno amenazó a la dependienta con una navaja, el otro nos señaló a nosotros con un cuchillo de caza. El cazador se acercó con una sonrisa impávida en la cara, comenzó a deslizar el cuchillo por la piel de mi novia, arrancando células de su piel, primero dejando caminos blancos y desnudos y a medida que atravesaba la epidermis, la dermis y la hipodermis el blanco se teñía de rojo, la lengua del tipo repasaba las irregularidades de su dentadura mientras gotitas de hemoglobina manchaban el pantalón de ella y el suelo de la farmacéutica
Entonces no pude más y empujé a aquel tipo contra el mostrador, su compañero se limitó a sonreír mientras espoleaba a la farmacéutica para que le entregara el dinero. En una actitud machista pegué a mi chica contra la pared y me puse delante, aplastando mi físico contra el suyo, notando cada fibra y humedad de su piel sobre mi cuerpo. El ladrón se levantó y se dirigió hacia nosotros, me agarró del cuello y colocó el cuchillo sobre mi estómago, marcando surcos en mi camiseta, oleaje en el mar. Le di un rodillazo en la entrepierna, lo que le hizo apretar los dientes y aspirar aire por los orificios de su dentadura imperfecta. El no se quedó estático, aun agarrándome por el cuello me lanzó hacia un expositor de cremas. Mi novia chilló y le golpeó la cara, él respondió clavando su cuchillo en la parte izquierda de su abdomen y deslizándolo hacia la izquierda en un único movimiento. La farmacéutica gritó, el otro loco le golpeó en la cabeza dejándola inconsciente, cogió a su compañero por el cuello y ambos salieron corriendo por la puerta de la farmacia.
Me arrastré hacia ella, implorando algo que no recuerdo. Allí estaba, sonriéndome con miedo, con dos hilillos de sangre en la boca, como aquella vez que se disfrazó de vampiresa, con los iris nublados mirándome a mí, mirando el vacío. La abracé e irreflexivamente trate de introducir sus instentinos en su abdomen, eran metros de anguilas muertas, rojas y espesas, me resbalaban entre las manos, yo sabía que ella ya estaba muerta pero no quería creerlo, hundía mis manos en ella tratando de tocarle el alma, de despertarle el espíritu, hundí mis brazos hasta los codos, sus vísceras resbalaban por mis manos mientras yo buscaba esos malditos veintiún gramos que desaparecen al morir, tratando de retenerlos, pegarlos a mí, tratando de evitar su inevitable muerte.
Entonces vivo a mi mente una imagen, yo con seis años ayudaba a mi abuela, aguantaba una tripa de cerdo en la boquilla de una picadora manual de carne. Mi abuela introducía la carne y giraba la manivela, yo notaba como la tripa se iba hinchando de carne picada y sangre, la tripa se deslizaba lentamente entre mis manos, una sensación morbosamente tranquilizante. Ahora sostenía las tripas de mi novia, era la peor sensación posible, aquel recuerdo no ayudaba. La policía y una ambulancia no tardaron en llegar.
Bueno, supongo que ahora entenderá que encuentre esta carta al lado de mi cadáver, no podía vivir con ese recuerdo, las risas con mi abuela haciendo embutidos y mis manos en el interior de la persona que más amaba, a veces se confundían los recuerdos, soñé que era un niño y reía mientras limpiaba las tripas de mi novia para hacer embutidos con su carne, no podía vivir así.
Supongo que eres Luís, te he llamado hace unas horas y le he dejado la llave a una vecina. Quiero que me incineren, no dejar nada orgánico ni hermoso en este mundo. Perdona que lo haya dejado todo tan sucio.
Me despido ya, me llevo la imagen de ella grabada en la retina.
forma de suicidio recomendada: Exige valor y entereza: se abre el abdomen con un cuchillo, se introduce la mano rápidamente y con un movimiento certero se saca el corazón, lo observamos latir lentamente mientras morimos.

sábado, septiembre 16, 2006

carta de suicidio de un copy (redactor publicitario)

En el instituto gané todos los premios de escritura, claro que hay una diferencia entre ganar el premio a mejor cuento y escribir una novela. El caso no es que escriba malas novelas, el caso es que jamás he sido capaz de escribir algo de más de diez páginas. Y la verdad es que creo que es hora de dejar de autoengañarme, no está por escribir mi gran novela, soy incapaz de escribir una novela. No es lícito llamarme escritor, escritor es el que escribe cosas innecesarias que resultan ser útiles, yo escribo cosas útiles que en realidad son innecesarias. Mejor me muero.
Desde pequeño lo que más me ha gustado ha sido leer de una forma compulsiva, casi enfermiza. Me podía pasar noches sin dormir leyendo de todo, desde novela negra contemporánea a la Divina Comedia de Dante. Siempre he leído de todo, salvo esas mierdas de autoayuda tipo Jorgue Bucay o Paulo Cohelo, jamás soporte esa bazofia, aunque quizás les tenga un poco de envidia, ya que ellos al menos eran capaces de escribir algo decente, a mi una historia no me daba para más de una decena de páginas, también podría haber escrito relatos cortos dirá la gente, pero el problema es que siempre me quedaban cosas sin trabajar, esqueletos sin carne.
Y esto no mejoró con el tiempo, a pesar de que dirigí mi vida hacia algo relacionado con la escritura, la publicidad. Me hice redactor publicitario, yo escribía los eslóganes y guiones de los anuncios, incluso tengo varios premios de algunos festivales más o menos importantes, ya ves, un premio por escribir tres líneas para una marca de sopas en sobre, patético. Pues eso, que mejor me suicido y dejo de pasarlo más, porque tengo un complejo de escritor fracasado del tamaño de Arkansas.
Pues eso, pensaba dejar una larga carta de suicidio con todas mis inquietudes y tal, pero paso, soy un tío que se a autoengañado toda la vida pensando que sería un gran escritor y mis mejores logros son “calienta desde dentro” y “fresas, champagne y tú, un trío perfecto”, mierdas todas. Pues eso, que ahora me voy a matar… y ya que estamos… voy a coger la escopeta de caza de mi padre y voy a matar a mi jefe y después me vuelo la cabeza.

Un beso, gente.

forma de suicidio recomendada: Según le de. No es una muerte debida a un gran dolor, más bien al tedio. Si le apetece pues algo grande con disparos y tal, si no pues se conforma con cortarse las venas o tomar cien pastillas.

miércoles, septiembre 13, 2006

carta de suicidio de un aniversario

Es duro cuando vives en una zona casi desértica y tus mejores recuerdos están ligados al olor de la hierba mojada por la lluvia. Es duro cuando no puedes escuchar a un grupo porque te hace llorar, es duro cuando es posiblemente el único grupo que te ha hecho pensar en la música como algo más que sonido.
Jamás he sido muy dado a los aniversarios, a los únicos que he prestado atención son las efemérides de mi cumpleaños, el hundimiento del Titanic y la proclamación de la Segunda República Española, jamás presté atención a ningún tipo de aniversario, sólo a las curiosidades. Quizás por eso sea algo irónico todo esto, estoy aquí pensando en un aniversario abortado, algo inacabado, como una basta obra de ingeniería que no se terminó, con los cimientos más bellos del mundo, con el comienzo de un nirvana, pero sólo eso, un comienzo, una idea que no pasó de simples piedras apiladas.
Puedo ver los restos de mi Torre de Babel, ahora me siento algo estúpido por haber pensado en esto como algo posible, en otros momentos comprendo a los arquitectos babilónicos. Veo los restos de mi Torre de Babel, la argamasa me ensucia los zapatos, pero no veo por ninguna parte al Dios vengativo que lo destruyó todo, no veo a ningún ángel con espada flamígera, es como si simplemente los obreros se hubieran marchado y la lluvia hizo el resto, como si el polvo ocupara el lugar del aliento.
Pero es sólo eso, un simple aniversario. Tengo motivos para alegrarme, no soy tan estúpido como para hacer aniversarios mensuales, y la tierra tarda trescientos sesenta y cinco díos en realizar su movimiento de translación alrededor del sol. Son demasiados días como para que algo importe pero muy pocos para que realmente pase algo. No lo sé. Sólo es un día dentro del calendario grecolatino. Creo.



Forma de suicidio recomendada: Dicen que el tiempo, al menos eso dicen.